Tarde de niños. Les adoro. Gritos, correrías, juegos y engaños. Buena tarde para los padres, para recibir este sol que tiene a la gente en la calle, ese astro que finalmente envía una luz amarilla que engulle nubes y carreteras, miento, realmente lo que pasó esta tarde es que hemos convertido al Perro andaluz en parque temático. Un encanto la infancia creando poesía y transformar este lugar de sueños en un páramo de fantasía, idóneo para aventurarnos en tierras de cocodrilos dorados, donde los capitanes usan camisas hawaianas y sombreros con viñetas domingueras, donde los servicios se convierten en maquina de tiempo e inunda la sala de astronautas, magos, ninjas y xoloitzcuntles de chocolate.
No todo es un sueño, lo demuestran estos chiquillos que con los ojos abiertos como oráculos, entran y salen de sus propios mundos con la facilidad con que acabamos los sueños al despegar a la vida cortando el sueño. El humo ayuda a entenderles, ese humo soso y bobo que despega lento, deja tierra blanda, la consume. Entenderles para provocar las sombras y dejarles el miedo como se deja la niñez.
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